domingo, 25 de agosto de 2013




En la oscuridad ya no somos sombras, 
habitamos la misma habitación en distancias 
largas. 
No enciendas el farol y aguarda las noches 
sin luna,  cuando pasear es sólo un ruido de 
tacones. 
No arrastramos cuerpos que estirar ni lastrar  
donde empujar el ánimo,  bebemos de copas 
transparentes,  la palabra se esfuma en un aire 
sin aire,  que rebota en su oquedad en forma de eco. 
Dijo ¡te quiero,  ero,  ero,  ero,  ero…! 
En esas noches ¿a quién le importa eso? 
En la oscuridad ya no somos sombras, 
la gravedad del día y de vivir la perdemos. 




Nená de la Torriente