-Los otros-
Ella
es tan, tan positiva,
que
me ensarta como una sardina
a
punto de asar en llama viva.
Él, tan suyo, tan lavado por dentro,
que
sólo sé cubrirle en afectos
para
que no se escape el vacío que
se
le trasluce ciego.
Aquella, tan lamida por sí misma,
tan
dadivosa, le duelen las costillas
de
castigarse tanto y nadie lo sabe,
malvive
en una celda de apariencia
que
le acabará matando.
La
chiquitina es puro fuego, es dinamita
y
oro líquido en las manos.
A
veces me da miedo, mucho miedo
de
que le hagan daño, y quiero estar cerca
y
no lo estoy, y me duelo.
Él
es un genio, atraviesa tempestades
con
el poder de la paciencia, su sabiduría
no
es de este mundo, atrapa mi inconsciencia
con
un chasquido.
El
otro es tan débil, que mide a los demás
por
estúpidas lealtades y se siente continuamente
amenazado.
Yo
los miro a todos desde mi extraño parvulario,
y
dibujo sumas y restas con dedos torpes de
niña
tonta,
porque
con todo Fernando, no tenía razón
cuando
decía que hay dos clases de personas:
‘Yo
y los demás’ decía, el muy bobo.
Nená de la Torriente
-Disculpa Fernando, sabes que
te quiero-