Mi
larga sombra se enoja,
la
reprendo y la recorto con una tijera.
Del
otro lado del océano llegan voces
con
la sabiduría que no tengo,
con
el abrigo paciente que estrecha
una
espalda sobre otra,
una
frente junto a otra frente.
Hablan
de amores verdaderos,
-y
es que el amor siempre lo es-
no
de resacas en el filo de una copa,
ni
de resentimientos.
No
quiero lastimar y se me escapa
esta
sombra que se me estira
y
juega a los dardos de la queja,
pero
la castigo y la increpo
todo
lo que puedo, para que no salga,
para
que desaparezca
y
deje vivir a los demás.
Nená de la Torriente