sábado, 10 de agosto de 2013


Zapatos del mes de septiembre 
se hicieron cofres para una luna de junio 
que no quería volver a ser astro, 
cerraron sus cordones para no perderla. 





En uno dormía ella, 
en el otro su mágico destello, 
marcando en plata su peculiar interior. 
Ya no andarían con pies algunos, 
No recorrerían montes ni pináculos, 
no vadearían ríos en balsas de caña, 
ni treparían a olivos centenarios. 
Quisieron ser los depositarios de su espejo, 
magnético,  poderoso, 
desmesuradamente afligido y solitario. 
¿Qué dañaría tanto a la luna tibia 
del mes de junio? 




Nená de la Torriente