martes, 20 de agosto de 2013

Correr andando, 
qué placer es correr andando.  

Ves pasar todo tan deprisa 
sin agotar las piernas, 
piernas,  piernas,  piernas, 
que se desdibujan, 

y el árbol, 
árbol,  árbol,  árbol, 
que más parece un matojo 
de intenso verde 
que un tronco unido a unas ramas. 

Mi mente sabe bien donde se dirige, 
bajo un punto de luz permanente,
y es que todo alrededor 
ya está sobrando, 
porque no ando-mirando, 

llevo corriendo mucho tiempo 
con la vista puesta en un solo punto. 




Nená de la Torriente