domingo, 11 de agosto de 2013


Ay, ay, ay

Me seduce el rocío que se posa en el verde, 
que besa su hoja sin miedo, 
las palabras cortas y tiernas, 
los suspiros del alma con ansias 
y las noches huérfanas. 





Me sorprende esta cercanía de saberme cuerda, 
y suspirar loca lo que adivino 
más allá de esta ventana y de estos montes 
bajo el sol rojizo de agosto. 
Me derrumba la palabra sin sentido 
y el corazón que se mutila, 
las lágrimas del que olvidó la dicha, 
el silencio de la víbora que acecha 
con su inclemente sorpresa. 
Me fascina el aire de la borrasca 
y la maleza hospedada en el suelo, 
el peso de la pluma y el peso de la roca, 
mis voces de nunca, 
mis fantasmas de siempre, 
y todas tus preguntas a medias. 




Nená de la Torriente