Me
estás enseñado a pensar primero en mí
para
poder pensar después en los otros,
pero
no he podido asumir este aprendizaje.
Me
has enseñado a quererme primero a mí
para
después querer a los demás,
pero
sólo me puedo querer queriendo,
es
como un surtidor vital que así se auto sustenta.
Me
has enseñado a no entregarme hasta que
no
me resuelva,
pero
el instinto me dice que la importancia
de
las cosas no está en mi medida.
Me
has enseñado que alejándose se ven las cosas
con
una claridad más excelsa,
y
yo sólo veo soledad y más aislamiento,
compartirla
es el mejor modo para sobrevivir.
Todo
lo que me enseñas es deductivo y razonable,
pero
la vida es inquietantemente ilógica.
Comprendo que de muy poco ha servido todo lo que te
estaba
mostrando.
Nená de la Torriente