jueves, 1 de agosto de 2013

  
   

Tiembla la tierra, la voz se estrecha, 
la espiga engaña a la grana 
cuando el sol aprieta. 
Ven a mi bote de un solo remo 
y te llevaré a cualquier otra costa. 
No te quedarás conmigo 
que la mar se violenta y es celosa, 
además,  el hombre no sabe retenerse 
ni un pequeño rato en tabla pequeña
sin ponerse nervioso,  sin dudar, 
sin enmudecer, 
conozco demasiados idénticos. 
El cielo no tiembla,  se enoja, 
hasta cuando parece plácido piensa, 
y piensa como formar a las nubes en un ejército, 
de dos en dos,  de seis en seis, 
en una fabulosa tormenta. 
Plof,  plof,  plof,  plof,  plof,
como canicas envía sus primeras gotas. 
La espiga lo sabe, 
lo sabe la tierra, 
pero el hombre y la mar no lo sospechan. 
Sube a mi bote y te alejaré de ella, 
pero no me mires con esos ojos porque 
conmigo,  aunque me hables de amor, 
no podrías quedarte. 
Conozco muchos como tú, idénticos. 




Nená de la Torriente