El
sonido de la guitarra
en
esta noche limpia,
calma
mis tempestades.
El
elfo juega a la pelota
con
un grano de polen,
y
la polilla le enreda
y
reclama su puesto de mariposa.
Caen
las estrellas, una a una,
como
botones que se descosen,
tan
despacio
que
puedo seguirlas con el dedo,
parecen
gotas de lluvia tras los cristales.
¡Déjame
quedarme contigo!
se
repite en mi cabeza,
sabiendo
que nunca me he ido
ni
me iré jamás.
Nená de la Torriente