jueves, 15 de agosto de 2013

-Abordaje-



Tuviste tiempo entre muchos ‘buenos días’ 
y muchas ‘buenas noches’ a decirme porqué. 
No somos hojas de chopos que caen en las aceras 
y pasan desapercibidas en los sumideros 
o entre el tráfico, 
tampoco figuras de barro decoradas con tinte 
imperecedero. 
Se nos borra el gesto,  el calor de las manos 
se atenúa,  el rictus de la sonrisa se congela, 
como las fotos amarillean en las cajas de hojalata. 
Tuviste tiempo entre un ‘buenos días’ 
y un simple ‘buenas noches’ a decirme algo. 
No se puede abordar un barco y dejarlo a la deriva 
con el timón roto,  cuando has prometido 
que serás su marinero siempre al silbato, 
camarada de horas bajas,  medias o altas 
para todas las olas siempre compartidas. 
Saqueaste el barco y llegó la dispepsia, 
la duda,  el miedo,  las circunstancias,  el 
¿ahora qué hago? ¿Dónde te pongo? 
Cuando este barco herido nunca dijo 
¡salvad mis tablas! 
y mucho menos llevad mi timón. 
Nunca pidió nada,  sólo tú ofrecías 
siempre ofrecías. 

¿Eres sólo otro barco más en el océano? 





Nená de la Torriente