Tenemos
una estrella
en
algún pliegue de la piel,
todos,
indiscriminadamente.
Unos
la encuentran y otros no,
y
se precipitan en desaliento.
Un
punto brillante, gemelo
de
otro mayor, arriba, en el azul
cobalto.
Una
fuerza que nos levanta y
tira
de nuestra cerviz como porta
la
leona a sus cachorros.
No
te preocupes raíz, las cosas rotas
se
engrudan o evolucionan.
No
hay nada en nuestra naturaleza
humana
que sea insondable.
Nená de la Torriente