-30 de septiembre de 2013-
Cómo
decirte qué sentí
en
esa bocanada fría.
Qué
parte de mí se hirió
y
cual hablaba con sonidos
reales.
Una
palmera, dos, tres.
Los
juncos donde siempre imaginé
que
encontrarían a aquella chica fallecida.
El
olor de lo hueco
como
esperma de futuro.
La
bendición de todas las nubes juntas,
una
a una saludándome con ternura.
En
el avión el niño tenía sed,
estaba
sediento, tenía sed.
Quería
agua.
Tenía
sed.
Tenía
sed.
Tenía
sed.
Sonaba
como el despertador
del lunes.
Oprimí
el off y seguí durmiendo.
Nená de la Torriente