Dibujarte
sobre la arcilla
con
el dedo,
con
la justa presión para no
deformarte.
Dibujar
tu rostro primero,
tu
cuerpobanderaondeante,
y tus
manos, con esos dedos largos
y
lentos como quien atrapa vientos
con
una piel cosida con aire.
Cocerte
despacio, aún con impaciencia
saber
esperarte, el tiempo preciso
que
necesites para pensarte,
desde el propósito a la realidad.
Nená de la Torriente