-La carta en la bolsa de
plástico-
Cuándo
me está permitido decir
he
tenido bastante,
no
puedo más dejadme marchar.
Cuándo
podré dejar de pensar en la herida
del
que está a mi lado y sólo cerrar los ojos,
cuándo
un suficiente y una firma a pie
de
página.
Cuándo
me dejarán irme sin un gran grito
en
el cielo, la rasgadura de ropas,
y
la incomprensión más rotunda.
Cuánto
más tendré que seguir callada,
sonriendo, amando viva,
aún
sabiendo que de seguir, seguiré amando muerta.
Nadie
va a entenderlo.
La
perturbada dirán, la enferma los más clementes,
pero
lo cierto es que no tengo ciega la razón
sino
fría, y es por el puro cansancio
de
tanto rodar haciendo círculos sin avanzar,
porque
aunque cambien los decorados y los rostros,
la
vida ha dejado de sorprenderme.
M.
Nená de la Torriente