Quiérela, quiérela mucho,
como
ni imaginas que se puede querer.
Ya, ya sé que crees que la quieres todo
pero
ni mucho menos esto es lo que puedes
quererla, es un racimo en un lago lleno
de
racimos de gotas, una minucia
-aunque
en este mismo instante no lo entiendas-
Mira
hacia dentro y respira,
siente
si eres capaz, déjate llevar
sin
pensamiento alguno,
y
si dudas, date la vuelta.
Ella lo
entenderá.
Hay
mujeres que te llevan al fondo del lago,
hay
mujeres que te suben más allá del fino límite
de
las copas de vino,
ellas
dan y lo que tú ofrezcas
si
no se asemeja,
hará
que seas a su lado
un
hombre con una gran minusvalía.
Esa
es su opulencia,
esa es su calamidad.
Nená de la Torriente