Me
gusta como piensas,
ovilladamente
sencillo.
Me
asusta como piensas,
un
simple trapisondista.
Me
ayuda razonar contigo,
somos
líneas oblicuas que
de
pronto desaparecen.
Te
cogería del pelo y te
llevaría
a mi cueva,
creo
que así aclararíamos
varios
puntos:
El
mundo no comienza aquí,
ni
allí, porque comienza
cuando me des el primer beso,
y
la vanidad no nace con el primer
hombre, sino con el segundo.
Nená de la Torriente