Un
día, en una semana indiferente
de
un año cualquiera,
nacerá
la flor que he estado buscando.
Puede que mis ojos no alcancen a verla,
quizá no sepa si su olor es como
el
que imagino, o si su estancia en esta
atmósfera
le hará sentirse dichosa.
Pero
ese día, en esa semana, de ese año
cualquiera,
esté
convertida en polvo, hueso, gusano,
o
hierba de cualquier monte o de la que
bordea las losas,
ese día me sentiré feliz, y seré
quien
ahora soy por un instante.
Nená de la Torriente