domingo, 18 de agosto de 2013

Ensimismado al borde de la anarquía 
de oblicuos recuerdos, 
sólo quiere saber su nombre y adónde 
pertenece, 
pero esto es lo menos valioso en este mundo 
de metáforas inestables,  y 
de países de frágiles fronteras. 
¿Cómo decirle qué venga,  que tengo un plato 
de sopa que dará calor a sus manos? 
¿Cómo,  que un vaso de vino le espera? 
¿Cómo,  que hay un lecho limpio y una sala 
pequeña donde sólo él podrá estar a solas, 
un huerto de errores con hojas desechables, 
y un humano al otro lado de la 
puerta? 
Tardará en darse cuenta de lo que es meritorio 
en este mundo, 
y me temo que dará vueltas y más vueltas. 





Nená de la Torriente