Te
traigo palabras sin voz,
las
primeras del día.
Llénalas
con las vocales
más
tuyas,
con
las consonantes
que
se te escapen traviesas.
Si
la magia es de dos,
déjala
ser.
Yo
oleré el café que inunda
este
recodo,
las
paredes, esta sábana,
los
cortinones,
y
te imaginaré
ocupando
términos
con
lo que juega en ti.
Llegarán
después los colores
para
arropar
lo
que más se quiere,
con
el mimo y la ternura
del
que cuida lo que le
es
legado.
Nená de la Torriente
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