sábado, 21 de julio de 2012


Por el viejo camino de las plataneras 
escucho tu nombre. 
Bajando hacia el puente, crecen las risas 
en ecos cándidos e inacabables. 
Llegas antes al crucero, un ave María, 
un tú la llevas y sacudes tú trenza en el aire. 
Subo a Palacio,  me agarro a la verja 
y el asma me estafa las palabras, 
pero tú me abrazas, 
me das tiempo, 
me das tiempo, 
me das tiempo. 
Nunca he sido más feliz 
que cuando era una pitusa, 
flacucha,  lombriz,  calle-calle, 
de rodillas descosidas. 




Nená de la Torriente

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