La
saliva en mi piel
es
mucho más que saliva,
es
savia del árbol quebrado,
el
oro en la mina de cobre,
el
hallazgo.
No
desprendas tus labios,
no
me dejes sin ellos
en
la desnudez de un aire
sin
anhelos,
quédate
conmigo, soldado
a
mí como las aspas
de
una -x-
(ya
le diremos a la -y-
que
te has ido).
Recórreme
y
aproxima
las distancias
hasta
hacerme diminuta,
accesible, bañada, libre,
del
todo rescatada
para
andar por donde quieras.
Haz
de mí un árbol ubérrimo.
Nená de la Torriente
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