No
sabía que de esta larga
cuernucopia
ibas a salir tú.
Frutas
sólo flores y frutas
del
sueño de los cándidos,
bendecidas
por la asnada y
la
amnesia de los que prefieren
el
secreto.
Has
llegado como
un
liliputiense al país de
Gulliber.
Lo
señalado, lo argénteo
se
rechaza, no se asimila
como
es concebido lo vulgar:
‘eres
de los nuestros
o
estás fuera’.
Te
haré un nido,
tan
grande como quieras
donde
puedas ver el mundo,
para
cuando decidas bajar.
Después
salta, respira hondo,
pero
jamás temas a los perros.
Huelen
el miedo, el brillo,
la
autoridad.
Levanta
la cabeza y anda,
no
te detengas nunca.
Nená de la Torriente
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