No
hay un lunar de mi desnudez
que
el río no conozca.
Este
olor, este perfume
entre
todos los perfumes del mundo,
es
mi casa.
Se
acerca el laurel, intensamente,
la
humedad del musgo de las rocas,
el
cálido aroma de los jazmines,
a
lo lejos el eucalipto generoso.
Nada
como todo esto y el frío brutal
del
fluir del agua sobre una piel
que
se siente viva.
Nená de la Torriente
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