domingo, 22 de julio de 2012

-AMAR-



Para amar hace falta que llueva. 
Que se despierten los sentidos,  todos, 
en su plenitud exacta, 
no basta con uno dormido,  o  dos aturdidos 
con un lúcido y bien avisado. 




Es un avivar el fuego desde el mismo 
tronco recién partido. 
No importa si el curso de esa combustión 
es apresurado o es tardío. 
Las flechas son a las dianas, 
como las cartas a las vidrios marinos. 
Porque el que ama en nada piensa,  sólo ama, 
pero este ciclo cubre sobradamente, 
y el que en algo falla,  ya no ama. 
En su delirio siente querencia o deseo 
de alguna parte de su cuerpo, 
o su deseo es la necesidad de un abrazo 
que puede confundirse con el amor mismo, 
si la carencia es desmedida. 
Por eso el término amar suele estar tan contuso, 
y es preciso tratarlo con el mayor miramiento. 





Nená de la Torriente

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