Nombrarte
más allá de la lengua
es
abrir un boquete en alguna nube,
y
no voy a apedrear el cielo.
La
boca de la taza me mira ausente,
no
reconoce en mí
a
alguien que la vacía.
Aunque
somos razones de un mismo
argumento, procesado
demasiadas
veces.
Cuando
me vaya a marchar
ya
lo habré hecho tres minutos antes,
sin
que me dé cuenta,
inconsciente
de mí y de mis cosas,
soy
un susurro que va y viene
ignorando
que se me escucha
todo
el tiempo.
Así
como tú eres mi esquila
y
tu tintineo me va guiando
aunque
no lo sepas,
porque
hay días que la espesura
toca
el suelo
y
los ojos se vuelven ciegos
como
los de un topo.
Y
aquel, el de allá lejos,
es
mi poema roto,
el
que trato de coser
y
unir sus costuras a mis costuras,
pero
no puedo.
Nená de la Torriente
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