jueves, 19 de julio de 2012


El pulso es un acorde extraño. 
Suenan dos golpes consecutivos 
no siempre guardando la misma 
pausa,  seguidos de un suspiro. 



Otras,  de algo parecido a un sonido, 
que sale de ese suspiro, 
o de un exánime ruido de movimiento 
de pestañas. 
Le preguntas ¿por qué te agitas ahora, 
qué marca ese ritmo tan discontinuo, 
tan rabiosamente extraño? 

Te ignora. 

El pulso es tan suyo,  que parece 
en ocasiones de otro, 
se nos escapa, 
le seguimos por calles, 
por precipicios,  marañas de intimidad 
sin puerta de salida 
donde tampoco hallamos 
por qué lugar entramos. 
Por eso se nos hace tan difícil 
conocer tantas respuestas 
del mundo de las emociones, 
porque van de la mano del pulso, 
ese acorde tan extraño. 




Nená de la Torriente

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