-De la insensibilidad-
Ya
no somos dos, ni tres,
ni
doscientos los desalentados.
No
por esta situación social ni política,
por
esta situación vital,
por
este momento humano
de
abstrusa insensibilidad.
Otras
épocas pudieron ser exactas,
pero
aferrados a aquellos brandales
subíamos
a los barcos con otro gesto,
la
vida no enseñaba muecas de un
desamparo
tan desmedido,
o
quizá son nuestros dientes
que
empiezan ya a moverse
o
a removerse en la encía.
Todo
se reduce –me dicen-
a
un escueto ‘es lo que hay’
y
eso nunca me ha valido.
Lo
que hay es lo que uno acepta
y
yo no firmo cheques en blanco,
ni
acepto pacíficamente camisas de fuerza.
Así
que seguiré la cruzada
de dos, tres
o doscientos,
al
aire que toque, que me asusta más
la
absoluta insensibilidad que otras cosas,
porque
hay batallas para todos,
y
todos queremos,
consciente o inconscientemente,
‘salvar’
al mundo de algo.
Nená de la Torriente
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