lunes, 23 de julio de 2012


-Recorrido vital-

Los que se fueron.

Cuando me urge verte 
sólo te lloro, 
y en la humedad de la lágrima 
te dibujas, 
sonriendo como cuando era niña, 
chocando tu nariz con la mía. 
Estás,  como todas las cosas 
que aún no se han ido. 
Cuando me urge mirarte 
sólo te llamo, 
y apareces corriendo 
con tus ojos enormes y tus uñas largas, 
en aquella calesa con su caballo blanco. 

  Los que siguen aquí.

Cuando te echo de menos 
cierro los ojos, 
y te siento a mi lado,  tan bello, 
tan brillante,  con ese aire 
de intelectual de izquierdas 
que tantas veces me hace reír. 
Cuando te siento tan lejos, 
grandón del norte, 
sólo tengo que pensarte 
y amarrar tu mano con la mía 
como si fuera imposible separarnos. 
A tí pitufina,  sólo tengo que sonreír 
para que llegues a mi mente 
como una alga marina,  danzarina y fulgente. 
La morenona reina,  siempre irá conmigo, 
no puedo extrañarla,  es parte de mí. 
Y a la gruñona que lee compulsivamente 
es fácil recordarla, 
un ladrido o la tapa de un libro 
me llevan inevitablemente a su regazo. 




Nená de la Torriente

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