-Recorrido vital-
Los que se fueron.
Cuando
me urge verte
sólo
te lloro,
y
en la humedad de la lágrima
te
dibujas,
sonriendo
como cuando era niña,
chocando
tu nariz con la mía.
Estás, como todas las cosas
que
aún no se han ido.
Cuando
me urge mirarte
sólo
te llamo,
y
apareces corriendo
con
tus ojos enormes y tus uñas largas,
en
aquella calesa con su caballo blanco.
Los
que siguen aquí.
Cuando
te echo de menos
cierro
los ojos,
y
te siento a mi lado, tan bello,
tan
brillante, con ese aire
de
intelectual de izquierdas
que
tantas veces me hace reír.
Cuando
te siento tan lejos,
grandón
del norte,
sólo
tengo que pensarte
y
amarrar tu mano con la mía
como
si fuera imposible separarnos.
A
tí pitufina, sólo tengo que sonreír
para
que llegues a mi mente
como
una alga marina, danzarina y fulgente.
La
morenona reina, siempre irá conmigo,
no
puedo extrañarla, es parte de mí.
Y
a la gruñona que lee compulsivamente
es
fácil recordarla,
un
ladrido o la tapa de un libro
me
llevan inevitablemente a su regazo.
Nená de la Torriente
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