lunes, 9 de julio de 2012






Serenamente te enervas, 
la vena de tu cuello engorda 
como un surtidor oprimido 
por la bota de un camionero. 


El tic de tu ojo derecho es tan leve 
que si no observas mucho 
es imperceptible. 
Yo sonrío -resulta divertido-, 
pienso ‘de un momento a otro 
le va a leer la cartilla, desde el index 
hasta la tapa dura’. 

Tu voz nunca es más alta,  ni más 
agresiva,  ni se abronca, 
pero despliega un abanico de frases 
mortales que noquean al contrario, 
y la sangre fluye como fluye la lengua, 
serenamente tranquila. 

Ese hemisferio izquierdo de tu mente  
convergente,  racional, 
que analiza,  no improvisa ni fantasea, 
no entendería este enorme y 
planetario lado derecho mío,   
tan divergente y tan emocional. 






Nená de la Torriente

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