Ayer
es hoy vestido de domingo.
No
importa si es más delgado
el
hueso, o si se ha fijado una cana o dos.
Somos, sin memora o con la exacta
destreza
de la precisión, los mismos,
pintados
de distintas maneras.
Yo
me digo cien mil veces que no,
que
aquella Nená que comía manzanas verdes
se
quedó en un prado sin segar,
subida en algún avellano.
Pero
no, lastramos la misma sombra
juguetona, impertinente a veces,
ignorante
la mayoría,
que
se enreda en todas las farolas
para
hacerle preguntas
sabiendo
que no serán contestadas.
Y
tú unos días te ríes y otros no,
pero
sigues reconociéndote en ella,
y
sabes que hoy eres ayer
vestida
de domingo,
como
mañana serás hoy
vestida
de lunes.
Nená de la Torriente
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