miércoles, 18 de julio de 2012


Debí haber detenido el reloj 
cuando escuché la palabra poesía, 
cuando dijeron verso, 
cuando tomé el papel y el lápiz. 

¡Tiempo! debí gritar,  ¡vete!, 

pero me serví de aquel hombrecillo 
delgado de carboncillo negro 
y de aquella sábana blanca, 
para hablar por otra boca, 
con un tic tac irritante, 
que insultaba a la estrofa, 
y a la misma poética 
que andaba buscando. 

Hice lo que hice, 
lo que hicieron tantos, 
gané un puente 
para cruzar dos mundos, 
pero no hice poesía. 

Algunas veces, 
vacía de mí y llena de otro yo 
sin un pulso tan obsceno, 
sí compuse algún verso, 
diminuto y tímido, 
entre un montón de plumas de oca 
que amortiguaron su caída. 
Ordinarias todas ellas 
como las piedras de cualquier 
adoquinado. 
Breve como los instantes breves,
como los sorbos de té 
en el momento justo. 

Aún puedo recordar ese sabor a verso, 
verso esencia verdadera, 
exquisito verso sin tiempo. 




Nená de la Torriente

4 comentarios:

  1. Pues tú llámalo como quieras, pero para mí lo que haces es poesía. Y me gusta, tan íntima y cercana. Tan bella.

    ResponderEliminar
  2. Gracias coeliquore. Sinceramente creo que es tu intimidad la que hace bello lo que lees, pero muchísimas gracias preciosa.

    Besucos,

    Nená

    ResponderEliminar
  3. Querida Není:

    Me río mucho con algunos de tus dibujos. Y más desde que te conozco como persona y charlamos sobre tus dibujos.

    Un gran poema ese que has escrito. Los últimos tres versos exhiben tu esencia poética.

    Besucos.

    ResponderEliminar
  4. ¡Cómo no te vas a reír si no sé dibujar!
    Jaja

    Besucos,

    Není

    ResponderEliminar

Háblame