Hoy
no desayuno contigo 
aunque
admito que has sabido 
venderte
bien. 
Me
sonroja que hayas utilizado 
la
honradez y el compromiso 
como lunar y seña, 
pero
hoy se significa uno 
con
cualquier cosa. 
Tarde
o temprano se le ven 
las
melenas al lobo 
detrás
de la puerta, 
y
los cabritillos ya 
no
son tan simplones 
como
en los libros. 
Hoy
desayuno con otros 
que
creen de verdad en la poesía, 
no
como vehículo para obtener cosas ,
sino
como manifestación necesaria. 
Quiero
que me inyecten en vena 
la
calidez de la ternura 
sin
pasar por el roce de la mano, 
lo
que del alma nace,  o de la sangre, 
cuando
aún no está corrompida. 
Que
me presten unos gramos 
de
sencilla artesanía,  sin circunloquios 
encubiertos,  ni burdos cruces 
de
lo que ya otro dijo. 
Reconozco
de nuevo 
-y
no me canso de hacerlo-, 
que
dista mucho el escrito, 
el
poema,  la novela,  la magia, 
con
la mano que lo ha escrito. 
Y
en algunos casos no es que diste 
es
que la desemejanza es aterradora. 
Nená de la Torriente

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