domingo, 1 de julio de 2012

-Hombre mezquino-



Le duele más la vida 
al preso,  que de tanto ansiarla 
la mima,  el respeto le gana 
en la distancia 
y aprovecha de ella cada esquirla 
que se le escapa o regurgita. 
Mírate vencido,  y todo el barro 
para unos pies dormidos que no brincan. 
Pierdes los ojos en no sé que tizne 
en el dedo, 
o que dislate de grieta en la uña. 
Te metía preso sólo un día, 
que teniendo el sol y la luna 
y un par de piernas y un par de ojos, 
no ves la enorme fortuna,  sino la miseria 
de un punto sobre la arena. 
Derrochas toda la herencia 
que los padres de tus padres,  y 
los padres de aquellos te cedieron, 
como un niño ridículo,  consentido, 
que pone pucheros cada tarde 
sin su piruleta querida. 




Nená de la Torriente

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