viernes, 27 de julio de 2012


Hoy me he mirado el rostro, 
cansado,  sin la luz que recordaba. 
Si la palma de la mano es un mapa nervioso 
y cada línea no está ahí por capricho, 
qué es la cara. 
No quiero ni pensarlo. 
Pasa el tiempo y lejos de  importarme 
me parece lo suyo.


No me meto en sus dominios 
ni le suplico, 
pero que no me toque la polaina demasiado; 
que me enseñe,
 que me dé en el cáñamo si es preciso, 
pero por qué este desgaste de luz 
-ya son ganas de moler el grano 
cuando no hay grano-
Un día de estos frenaré 'el orden del día’, 
lo prometo, 
y uno o tal vez dos,  la mente en blanco. 





Nená de la Torriente

4 comentarios:

  1. Pues haz éso que dices al final del poema. Y pronto. Porque los ojos no pueden perder su luz y volverse opacos: no , éso no, nunca.
    Besetes

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  2. Uy! me da que 'me se' está quedando en blanco ya, jaja. Tienes razón. Toda la luz en el ojo, porque será que hemos sabido mirar con ganas, si no en lugar de 'apaga y vámonos', tendremos que decidir, 'apaga y que se vayan todos'.

    Besucos,

    Nená

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  3. En realidad 'enciende y que se vayan todos'

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  4. Me gusta la rectificación: totalmente de acuerdo.

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