En el arroyo bajan las piedras gritando.
Unas
gritan tu nombre, y otras gritan
llorando.
No
sé qué tienes que les dueles
hasta las piedras del campo,
que
ni los pastos verdes dejan de nacerte
en
forma de poleo y cilantro.
No
hay albor ni anochecida
que
no pliegue en manto su llanto.
La
noche dicta tu nombre
a
los astros, uno a uno,
al
tiempo que cae el relente,
con
el quejido de la lechuza
y
el farol de las luciérnagas,
herido por su brevedad.
Nená de la Torriente
Hoy te ha dado por la rima, Není, tararí que te ví.
ResponderEliminarPrecisamente antes de leerte estaba viendo esta viñeta de El Roto:
http://elpais.com/elpais/2012/07/16/vinetas/1342464869_248167.html
Besucos, ahora que ya ha despertado el Cuco.
Ya veo que se te da de cine rimar, ese Není y el tararí, me ha 'enloquesssío'. La viñeta estaba chula la verdad, aunque daba penuca. Aunque te parezca mentira hay un norte con arroyos donde fluye el agua con fuerza. Una vez más se ven las descompensaciones, o las injusticias, aunque sucedan en la naturaleza.
ResponderEliminarBesucos, -dale uno pequeño al cuco, que es ave-
Není