lunes, 16 de julio de 2012


Condenado a vivir contigo 
no puedo salvarte. 
Sí,  arrimarte dulce de manzana 
recién hecho 
en el enero frío,  y 
té helado en el comburente agosto. 
Cientos de ladrillos separan 
tu cuerpo del mío, 
porque tú lo quieres 
y yo lo quiero. 


Nadie puede juzgarnos 
que nos importe, 
como si el cielo se abre 
y caen océanos con cetáceos grises. 
Tampoco puedes salvarme 
de vivir conmigo, 
sí,  arrimarme letras que no sean 
balas, 
soy de piel albina y de corazón tibio, 
y no quiero despertarme 
a la voz de ¡ar! 




Nená de la Torriente

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