Me
ha dicho el aire de la mañana
que
está cansado,
que
le duele el peso de tanta pelea,
de
la injusta forma de inventar el vacío
cuando
ya el vacío era su obra.
Tímido
el sol se vuelca,
despacio
como el café, con miedo
a
perder su aroma.
Se
fuga un folio
con
tres tímidos versos,
ondulándose
como un tritón.
Cierro
los ojos, sonrío,
los
abro, no funciona.
Me
falta más empeño,
mucho
más y lo sé.
Le
susurro a la mañana:
‘tú
me empujas y yo te empujo’.
-Creo
que me ha entendido-
Nená de la Torriente
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