No
te tiene merecido.
No
la tienes merecida.
No
os habéis tropezado.
No
hay destino.
Si
por ella fuera
daría
la vuelta al mundo
para
sacudirlo entero,
así
te encontraría.
Andar
hacia algún sentido
sería
absurdo
si te diriges tú hacia el otro lado.
Ella
nunca se desanima,
sabe
que aparecerás.
Una
cana,
dos
arrugas,
un
pliegue bajo el lunar
del
pecho,
el
hoyuelo de la mejilla
se
desdibuja como la poza
diluye
su forma por el exceso.
La
cortina se mueve
y baja
la escalera.
Se
sienta en el banco,
sonríe
al que pasa,
sonríe
al que se aleja.
No
deja de sonreír
por
si tú andas detrás
de
alguna puerta, retraído.
Nená de la Torriente
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