domingo, 22 de julio de 2012




Me apremia esta detonación 
silenciosa por dentro, 
esta fuga en minúsculas 
átomos de nadie. 
Dejar de ser eso que soy 
que pesa, 
sobre una superficie rugosa. 

Que no me acoja el mar,  ni  el aire, 
ni esta bendecida tierra del Norte, 
ni ésta del Centro 
tan agrietada por la sequía, 
tampoco la del Este,  tan  suya, 
que hasta el bello mar 
tiene una tonalidad diferente. 

Dejar de ser siendo 
eso que no es y aún así habita, 
como algo inexplicable 
que nadie puede dar fe. 
Entender la vida desde la misma vida 
sin ocupar ninguna fracción de ella. 
Saber el porqué de tanto sufrimiento, 
y si acaso el contrario de algo justifica 
o recompensa. 
Cómo funciona el mundo,  si existe 
eso que llaman azar, 
que siempre me resultó inconcebible. 
Poder mirar sin ojos y entender sin mente 
que condicionen el juicio, 
y regresar 
a este mismo cuerpo, 
a estas mismas manos, 
a esta misma cara con sus ojos, 
y a esta misma boca lenguaraz. 

Sin duda, 
sería 
una ser humano 
mucho más prudente. 




Nená de la Torriente

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