Me
apremia esta detonación
silenciosa
por dentro,
esta
fuga en minúsculas
átomos
de nadie.
Dejar
de ser eso que soy
que
pesa,
sobre
una superficie rugosa.
Que
no me acoja el mar, ni el aire,
ni
esta bendecida tierra del Norte,
ni
ésta del Centro
tan
agrietada por la sequía,
tampoco
la del Este, tan suya,
que
hasta el bello mar
tiene
una tonalidad diferente.
Dejar
de ser siendo
eso
que no es y aún así habita,
como
algo inexplicable
que nadie puede dar fe.
Entender
la vida desde la misma vida
sin
ocupar ninguna fracción de ella.
Saber
el porqué de tanto sufrimiento,
y si
acaso el contrario de algo justifica
o
recompensa.
Cómo
funciona el mundo, si existe
eso
que llaman azar,
que
siempre me resultó inconcebible.
Poder
mirar sin ojos y entender sin mente
que
condicionen el juicio,
y
regresar
a
este mismo cuerpo,
a
estas mismas manos,
a
esta misma cara con sus ojos,
y
a esta misma boca lenguaraz.
Sin
duda,
sería
una
ser humano
mucho
más prudente.
Nená de la Torriente
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