“No llores, humano,
por estar hundido en
el vacío:
tú, no eres el
culpable.
No es necesario matar
para seguir viviendo,
basta con haber nacido
cualquier día,
a cualquier hora,
del vientre de otro
ser desconocido.”
Amparo Ruiz Luján*
De
esta raíz estas manos
han
crecido distintas a ti,
como
el aire frío y caliente
provoca
precipitaciones.
Vida
desde una minúscula lente,
saliendo
de la platina a recorrer
el
mundo.
No
hay grilletes, no los tomes
prestados
ni por hacer un favor,
pesan
demasiado y sus amos
nunca
vuelven.
Ni
un moño, ni una horquilla,
nada
que oprima el aire
que
entre en los pulmones.
La
mente en mercado nuevo,
dos
puertas, una de entrada y
otra
de salida,
en
constante tránsito.
Preconcebido, heredado,
enquistado, resuelto en ‘absoluta’
claridad: a la basura.
Teme
al que lo tenga claro,
al
que dicte en sangre, al que se aleje
de
lo humano, del pulso afín
y
sentido.
La
vida nace abriéndose dos piernas
o
emergiendo de lo oscuro,
no
regresando a un pasado casi ignoto.
Nená de la Torriente
*Intenciones de Antígona”. Tomebamba Ediciones
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