sábado, 7 de julio de 2012


No llores, humano,
por estar hundido en el vacío:
tú, no eres el culpable.
No es necesario matar
para seguir viviendo,
basta con haber nacido
cualquier día,
                  a cualquier hora,
del vientre de otro ser desconocido.”
Amparo Ruiz Luján*




De esta raíz estas manos 
han crecido distintas a ti, 
como el aire frío y caliente 
provoca precipitaciones. 
Vida desde una minúscula lente, 
saliendo de la platina a recorrer 
el mundo. 
No hay grilletes,  no los tomes 
prestados ni por hacer un favor, 
pesan demasiado y sus amos 
nunca vuelven. 
Ni un moño,  ni una horquilla, 
nada que oprima el aire 
que entre en los pulmones. 
La mente en mercado nuevo, 
dos puertas,  una de entrada y 
otra de salida, 
en constante tránsito. 
Preconcebido,  heredado, 
enquistado,  resuelto en ‘absoluta’ 
claridad:  a la basura. 
Teme al que lo tenga claro, 
al que dicte en sangre,  al que se aleje 
de lo humano,  del pulso afín 
y sentido. 
La vida nace abriéndose dos piernas 
o emergiendo de lo oscuro, 
no regresando a un pasado casi ignoto. 






Nená de la Torriente
*Intenciones de Antígona”. Tomebamba Ediciones




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