miércoles, 4 de julio de 2012




Tantos caminos 
la baba del caracol ha dejado 
en la piedra, 
que como a Dédalo mis ojos 
adormece. 
¿Qué nos cuenta el grillo 
en el atezado de la tarde? 
Debajo de mi espalda, 
todo un mundo. 
Hormigas,  larvas,  raíces emergiendo 
desde su profunda humedad, 
cuchichean celosas,  buscando la luz 
que yo les hurto. 
Acaricio la hierba,  distingo al tacto 
hojas suaves y otras como puñales, 
orgullosas de su rabioso verde. 
El relente cae despacio,  tan suave, 
que minúsculas gotas se posan 
como el polen en el suelo. 
La humedad me ha besado,  y 
arriba en el cielo una enorme nube plata 
oculta el dorado en todas sus franjas, 
aquel que jugó a ser anaranjado. 
Soy tierra,  universo mojado, 
y sé que al final miraré el verde 
en su inmensidad desde arriba, 
y no,  no siento miedo. 



Nená de la Torriente

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