Qué
poco comprende el castaño
al
manzano, que en su proximidad
no
adivina lo que necesita.
Ni
el caracol al lumiaco,
que
aún dibujando paisajes sobre la piedra
no
conocen las mismas rutas.
Qué
sé yo de ti, qué adivino,
nada
debería suponer ni pensar en ello,
cada
cual a su manera asume su camino,
y
su destreza.
Si
se cruzan las líneas,
se
ofrece lo mejor de uno,
aunque
nunca sepas
lo que necesitan.
Nená de la Torriente
Disiento, Není.
ResponderEliminarLa naturaleza se comprende íntegramente. Te lo digo yo que sé su idioma. He de llegar a sus dialectos.
Besucos, lumiacuca.
Pues a ti tengo que creerte, sé que eres un entendido 'hombre de la tierra'. Tendré que rectificar.
ResponderEliminarBesucos,
Není