De
qué serviría
caminar
juntos
desconociendo
tanto.
No
entendería una tos
y
me preocuparía, ni tú un gesto
de
dolor,
y
te preocuparías.
Caminar
solo
tiene
sus ventajas,
y
estar solo sus inconvenientes.
Las
piedras del camino andado
conocen
nuestras suelas,
se
han hecho a nuestros ojos
y
a nuestro saludo,
como
en la madrugada
alguna
estrella,
nos
adivina en una frontera perfecta.
Hasta
la humedad del musgo
nos
invita en tardes de siesta
y nos regala la forma de un tálamo único.
Quizá
no sepa dónde está la felicidad plena,
tal
vez no sea preciso saberlo,
pero
sí sé donde empiezan
todos
los problemas,
cuando
uno reclama más intimidad.
Nená de la Torriente
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