lunes, 2 de julio de 2012


De qué serviría 
caminar juntos 
desconociendo tanto. 
No entendería una tos 
y me preocuparía,  ni tú un gesto 
de dolor, 
y te preocuparías. 
Caminar solo 
tiene sus ventajas, 
y estar solo sus inconvenientes. 
Las piedras del camino andado 
conocen nuestras suelas, 
se han hecho a nuestros ojos 
y a nuestro saludo, 
como en la madrugada 
alguna estrella, 
nos adivina en una frontera perfecta. 
Hasta la humedad del musgo 
nos invita en tardes de siesta 
y nos regala la forma de un tálamo único. 
Quizá no sepa dónde está la felicidad plena, 
tal vez no sea preciso saberlo, 
pero sí sé donde empiezan 
todos los problemas, 
cuando uno reclama más intimidad. 




Nená de la Torriente

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