Acompáñame
hasta la orilla,
ya
no quedan pies de barro
ni
almas de cántaro,
tampoco
sirenas.
Veremos
amanecer
como
lo que somos,
dos
seres distintos
con
verbos discrepantes.
A
mí no me importa tu verso
si
tu gesto es llano
y
tu palma es amplia.
¿Te
importa a ti mi verso?
Llamemos
a las cosas en silencio
con
la indiscreción de los ojos
hasta
que acabe el día.
La
noche impondrá sus reglas.
Nená de la Torriente
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