-La destemplada realidad-
Qué
poco sabéis de mí:
Tú, teniente coronel de las cosas
crudas, o tú pirata cruento
de
contiendas sempiternas.
Como
ese imberbe guerrero de batallas,
de
alborotada sangre,
que
cree saberlo todo en este mundo
y
en los encarnizados venideros.
Hasta
el de mi misma quinta,
que
cree haber leído los mismo libros
bajo
el mismo flexo.
Juicios, os embarcáis muy deprisa en juicios,
y
eso os hace sentiros seguros,
pero
nunca más sabios.
Yo
os llamo de algún modo,
sin
atender al nombre en absoluto,
os
sitúo como sea, por ignorancia,
os
aprendo poco a poco con cálido interés,
despacito,
y
en cuanto resbaláis más de tres veces
entre
escamas, os sacudo.
No
podéis censurarme,
también
la edad enseña, y antes a no prejuzgar
porque
aunque estéis fuera yo os estimo
en
vuestro intento fugaz.
Siempre
hay talento en el movimiento
que
quiere ir hacia alguna parte, y
dejar
así de estar quietos.
Nená de la Torriente
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