jueves, 26 de julio de 2012


Dentro del barco,  me dejo llevar 
en la barriga de la ballena, 
generosa siempre. 
Si está enfadada se agita 
y yo con ella. 
Si enamorada,  me deja ver la costa 
con nostalgia,  y el azul intenso 
con diminutos besos blancos. 
Me sujeto a su piel fría, 
a su ojo interminable y aprieto 
mi lapicero contra cualquier papel 
pared o suelo,  que me brinde cuaderno. 
¡Mira el mar,  es el Mediterráneo, 
un mar chico lleno de batallas! 
-A los veinte así lo miraba- 
¡Ignorante de mí! 
Garabateando siempre 
y ahora sólo veo un cielo o un mar 
que se puede doblar por la mitad, 
como una tarjeta,
eternamente bella. 




Nená  de la Torriente

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