viernes, 25 de enero de 2013




Tienes  razón,  medirse 
con las mismas armas del enemigo 
es jugar a indios y vaqueros, 
es entrar en el conflicto que los primeros 
han buscado,  y no somos tan lineales. 
Al menos saco la lengua y dibujo el círculo 
y puedo argüir locura cuando me da la gana, 
y hasta sentarme en tus brazos o en los suyos 
y quedarme dormida. 
No se trata de ganar ningún combate, 
se trata de frenar el atropello,  la vileza, 
el empujón excesivo,  y el pataleo no sirve, 
termina proporcionando un cierto disfrute. 
Provocar desconcierto es más efectivo 
cuando el dolido es el que se ha vuelto loco, 
y ríe y baila y se sienta 
en las piernas del señor ministro. 
No digo que lo hagas, 
sólo que es más divertido;
 que cuando a uno le bailan 
se aprende a bailar sin dar puñetacitos, 
y se aprende también a reír
con la carcajada precisa 
para desarmar al mismísimo diablo. 




Nená de la Torriente