Tienes razón, medirse
con
las mismas armas del enemigo
es
jugar a indios y vaqueros,
es
entrar en el conflicto que los primeros
han buscado, y no somos tan lineales.
Al
menos saco la lengua y dibujo el círculo
y puedo argüir locura cuando me da la
gana,
y
hasta sentarme en tus brazos o en los suyos
y
quedarme dormida.
No
se trata de ganar ningún combate,
se
trata de frenar el atropello, la vileza,
el
empujón excesivo, y el pataleo no sirve,
termina
proporcionando un cierto disfrute.
Provocar
desconcierto es más efectivo
cuando
el dolido es el que se ha vuelto loco,
y ríe y baila y se sienta
en las piernas
del señor ministro.
No
digo que lo hagas,
sólo
que es más divertido;
que cuando a uno le bailan
se
aprende a bailar sin dar puñetacitos,
y
se aprende también a reír
con la carcajada precisa
para
desarmar al mismísimo diablo.
Nená de la Torriente