Tengo
en una mano el resto de mi vida
y
en la otra el duelo de mi pasado,
ambas
no son amigas
y
no lo entiendo.
Una
acusa a la otra
de
su intrascendente peso,
y
la más longeva a la nueva de advenediza.
En
esto se ha convertido la justicia
de
los hombres, en el dictamen de lo
constituido, lo acabado como ducho.
Qué
error más grande.
Cuando
no aprendes del tropiezo,
es mejor empezar desde
el
más absoluto de los blancos,
antes de repetir juicios inexactos.
La
vida es demasiado breve.
Nená de la Torriente