miércoles, 2 de enero de 2013


Les debo una canción 
a mis rincones de siempre. 
Paisajes plomizos 
de celaje cerrado. 
Quieto el viento y 
el croar del sapo 
antes de la tormenta. 
Amo la lluvia y la carrera 
que lleva hacia la tierra, 
como si quisiera 
golpearse en un camino 
interminable, 
y seguir bajando 
y bajando 
hasta donde la marga 
no la detiene. 
Y ese prado verde 
llamando al agua, 
dos enamorados que 
por fin se encuentran 
en un derroche de amor 
y de violencia, 
como sólo puede ser el amor 
cuando es pasión y entrega. 



Nená de la Torriente