Somos
seres de arena
cuando
dudamos.
De
barro cuando, aún con dudas,
nos
unimos a otro.
Somos
seres de agua,
enamorados
de todo
lo que vibra, de todo
lo
hermoso,
de
la perfecta imperfección
de
las cosas.
Somos
seres de hielo
cuando
nos negamos,
por
educación, cortesía,
miedo.
Somos
seres de vino
cuando
nos ofrecemos,
pero
tanto,
que
no podemos ser
comprendidos.
Somos
seres de luz
cuando
atravesamos
las
palabras y doblamos
las
esquinas,
y
llegamos al mismo centro
de
otro ser humano,
y
le hacemos entender:
‘estoy
contigo’
por
los siglos de los siglos,
'para siempre' .
Nená de la Torriente